El
valor de la marca (Brand value)
responde a la pregunta: ¿Qué te ha aportado el branding?
Perded toda esperanza de
conocer el valor económico real de una marca. Hasta que una marca no es vendida
o comprada, todo lo relativo a su valor monetario son especulaciones.
El
objetivo final del branding,
no es otro que multiplicar el valor de la marca. Un buen branding lo aumentará
y uno malo lo disminuirá, contribuyendo así de manera determinante al éxito o
fracaso de la marca. Por tanto, el valor de la marca es el resultado final de
todas las dimensiones que hemos estado viendo a lo largo de esta serie de posts
dedicados al branding, incluido el capital de marca (Brand
equity). Mientras el capital de marca, está basado en
factores psicológicos del consumidor, el valor de la marca, surge cuando estos
indicadores se traducen en ganancias financieras para la marca.
El valor de la marca es el beneficio financiero que una
organización obtiene como resultado de la fortaleza de su marca.
En el caso de muchas de las
más reconocidas marcas globales, su alto valor de marca es la razón por la que
sus organizaciones son valoradas en más de diez veces sus activos netos.
Asimismo, el valor de la marca explica porqué alguna compañías se venden hasta
por el 500% de su valor contable.
En
contabilidad, el valor de la marca puede presentase como un activo
intangible de la
compañía, o como parte de su fondo de comercio (Goodwill). Una marca formará
parte del fondo de comercio únicamente cuando no sea notoria ni reconocible,
pues el fondo de comercio recoge exclusivamente los beneficios económicos
futuros procedentes de activos que no han podido ser identificados
individualmente y reconocidos por separado.
El concepto y la práctica de
la valoración de marcas, siempre han sido temas controvertidos. Hasta hace
relativamente poco, las fuentes de los activos de una compañía eran vistas como
elementos tangibles tales como propiedades inmobiliarias, terrenos, maquinaria,
capital, recursos humanos, etc. Aunque existía una conciencia generalizada de
que los intangibles jugaban un papel importante en la marcha de los negocios,
no existían métodos para medir, cuantificar y vincular los beneficios de una
marca sobre los resultados de una compañía.
A principios de los 90, en
medio de la vorágine de fusiones y adquisiciones que marcó la época, se
hicieron latentes las estratosféricas divergencias entre el valor neto de las
compañías del índice Standard & Poors 500 y su capitalización bursátil, lo
que dio pie a preguntas que a día de hoy todavía discutimos y cuyas respuestas
distan mucho de ser definitivas:
¿Qué papel juegan las marcas en la valoración de una
compañía?, ¿Cómo debemos medirlas?
De
acuerdo al único y muy reciente standard del sector (la norma ISO
10.668:2010), para valorar correctamente una marca deben
realizarse tres tipos de análisis: uno legal, otro decomportamiento y otro financiero. Esto supone incluir en el
análisis el nivel de protección de la marca a escala global, el atractivo del
mercado en el que opera, las tendencias a las que está sujeta, el nivel de
competencia…, es decir, realizar un due diligence, al que además habría que
sumarle un análisis sobre el efecto de la marca y su comportamiento en la
decisión de compra y las diferentes actitudes de clientes, empleados,
accionistas y la sociedad en su conjunto hacia esta.
La norma define de manera
bastante breve los principios a seguir en un proceso de valoración de marcas.
Es un compendio de las mejores prácticas, que sin embargo, evita
deliberadamente especificar pasos concretos a seguir, con lo que el resultado
final de la misma valoración variará significativamente en función de los
criterios y asunciones que considere cada evaluador.
Por
el momento, solo dos de los principales proveedores de servicios de valoración
de marcas han obtenido el certificado ISO: La primera en obtenerlo fue Interbrand,
(perteneciente al grupo Omnicom), y también lo ha recibido la consultora
independienteBrand
Finance. Aún así, echando un vistazo a cualquiera de sus
rankings anuales, podemos comprobar que los resultados de sus valoraciones no
tienen nada que ver. Esto se debe, a que aún siguiendo el mismo standard de
valoración, cada consultora desarrolla un método propio. De aquí, puede
extraerse, que la valoración de las marcas, nunca tendrá una precisión
absoluta, pues los análisis, están sujetos a tantas subjetividades como
apartados a analizar.
Al rojo vivo: El caso Santander
En
septiembre del año 2009, en la presentación del acuerdo de patrocinio del banco
Santander con la escudería de Formula 1 Ferrari, el presidente del banco,
Emilio Botín afirmó que “la Formula 1 se ha puesto al
rojo vivo”. La acción cotizaba al alza después de
recuperarse de la caída sufrida por todas las bolsas en marzo de ese mismo año,
donde el valor de la acción del banco, descendió a niveles que no se
registraban desde 1.997.
Hoy,
con Alonso liderando el mundial, lo que de verdad está al rojo vivo es el valor
de la acción, que ha caído otra vez al nivel de febrero
de 1.997, y con la coyuntura en la que estamos, no hay expectativas alcistas a
la vista.
Desde la celebración de su
150 aniversario en el año 2007, el banco Santander ha acometido uno de los
procesos de branding global más ambiciosos y de mayor éxito de la historia
reciente de las marcas: el Plan Estratégico Global de Imagen de Marca
2007-2010.
Con
el objetivo de potenciar la notoriedad y el posicionamiento internacional del banco, el Santander se embarcó en
su primera campaña de branding a nivel global, pivotando sobre el patrocinio de
la escudería McLaren y la copa Libertadores como vértices rectores de su
estrategia. A la vista de los espectaculares resultados alcanzados en ratios de
notoriedad, crecimiento, captación de clientes, retorno de la inversión en branding y comunicación(5×1 en F1 y 4×1 en futbol según fuentes
internas del banco) y teniendo en cuenta que ha conseguido situar al banco
entre las 10 primeras marcas del sector financiero internacional (4ª según
Brand Finance en su ranking de 2012), choca un poco, que su valor como marca
haya caído a niveles inferiores a los registrados antes de iniciar su plan de marca en
dos de los tres rankings a los que aluden en la página 27 de su último informe
anual.
¿Significa esto que los
ingentes esfuerzos del equipo de marketing corporativo y branding del banco no
han servido de nada? Monetariamente, según los rankings sí. Realmente, según el
sentido común, no. Aquí es donde entra en escena la subjetivad de los
analistas. ¿Qué factores han primado para llegar a tales números?, ¿se han
tenido en cuenta que los resultados del último año estaban influidos por una
dotación extraordinaria a previsiones? ¿Se les ha olvidado la notoriedad que ha
ganado la marca en estos últimos años? ¿Tal vez han sobreestimado la reacción
negativa del 50% de los fondos a la continuidad de los cargos del consejo?..
Eso solo lo saben los que han elaborado los rankings.
Como afirmé al comenzar el
artículo, el valor de una marca nunca se conoce con precisión hasta que no se
vende. Los rankings que elaboran cada año las consultoras que aparecen en el
cuadro, tienen su valor, pues aportan una visión general que permiten realizar
comparaciones entre marcas en base a distintos criterios.
Lo más importante a la hora de estimar el valor de
una marca es conocer en qué medida contribuye al éxito del negocio.
En el caso del Santander, el
valor de la marca no se conocerá con precisión hasta que los chinos o los árabes
no se decidan a dar el paso y lancen una OPA, algo que inevitablemente veremos
dentro de unos años.




